Toro Sentado. Ahora te cuento una de indios y vaqueros.
El gran Toro Sentado
También conocido como "El sosegado” ya que su conducta era muy serena.

Toro Sentado fue uno de sus nombres, aunque de pequeño solían llamarle “Tejón Saltarín”. Otros le llamaban “El sosegado” ya que su conducta era muy serena. Pero su nombre de pila fue Tatanka Iyotanka.
Cuentan las malas lenguas que Toro Sentado era algo tonto y vanidoso, pero de tonto no tenía nada. Ahora te cuento la historia.
¡Hi-yo Silver, away!
Pasó que por allá en 1880 el indio vivía en una reserva en Standing Rock. Un tal William Frederick Cody mejor conocido como “Búfalo Bill” llego ante él y le propuso que se uniera a su circo “El salvaje Oeste”
Para convencerlo le ofreció a cambio mantas, collares, sartenes, whisky, espejos… en fin, todas esas cosas con las que se convencía a las pieles rojas.
Toro Sentado nada tonto, por supuesto, rechazó la oferta y le dijo a Búfalo Bill:
Tu dejar tonterías kimosabi, yo querer buen plan médico.
Bueno, en realidad no le dijo eso, pero si le dijo a Búfalo Bill que actuaría a cambio de 40 dólares semanales, todos los gastos pagados, alojamiento en los mejores hoteles y seguro de accidentes. Era Toro Sentado, no Toro Imbécil. Ya ves, que de tonto no tenía ni un pelo, o mejor dicho ni una pluma.
Finalmente, Toro Sentado formo parte del espectáculo de Búfalo Bill, pero por azares del destino no pudo ir a la gira por España. En cambio, el resto de indios que integraban el espectáculo si pudo hacer el viaje.
La suerte estuvo de parte del Jefe Indio, pues en aquella gira que duró cinco semanas, se le murieron diez indios a Búfalo Bill. Nadie sabe exactamente de que murieron, pero se cree que enfermaron de cólera o gripe.
Para colmo, los habitantes de Barcelona acusaron a los sioux de haberse comido a dos niñas que desaparecieron en el barrio de Gracia. Esto por supuesto enfureció a Búfalo Bill quien levanto una protesta ante las autoridades por semejante acusación.
Y es que los indios de Búfalo Bill eran seres civilizados que no comían carne humana. Como mucho habrán desmembrado a algún incauto atando sus pies y manos con cuerdas y estirándolos por los extremos con caballos. También habrán clavado flechas en los genitales de sus víctimas y habrán arrancado alguno que otro cuero cabelludo. Pero nada más y de eso hacía muchos años atrás. En fin, cosas inocentes.
Toro Sentado y Caballo Loco vs Custer “Cabellos Largos”
Se llamaba George Armstrong Custer. General del ejército norteamericano, Custer lanzo una de las más penosas ofensivas registradas en la historia.
Cuando el valientísimo general y brillante estratega escucho el informe sobre el asentamiento cheyene, rápidamente organizo la expedición. Diviso de lejos a los cheyene a orillas del rio Washita, hizo tocar a la banda de música la marcha “Garry owen” y lanzo a sus hombres a la batalla.

Ese 27 de noviembre de 1868 ganaron sin mucha resistencia.
Era de esperar que el regimiento norteamericano ganara la batalla, pues el campamento cheyene estaba repleto de mujeres, ancianos y niños.
La inmensa mayoría de los habitantes del campamento eran madres con sus pequeños.
Cuando Caballo Loco y Toro Sentado se enteraron de la masacre juraron venganza contra Custer. Varios jefes indios de otras tribus se reunieron y acordaron también dar cacería a Custer.
Lo inevitable
Un buen día pieles rojas y caras pálidas se enfrentaron en la famosa batalla de Little Bighorn el 25 de junio de 1876.
Ese día el general Custer y sus hombres se enfrentaron a 4000 guerreros, nada de mujeres y niños.
Pero es que el general Custer contó mal. Resulta que le dijeron que se enfrentaría a 1500 indios, grave error, ese día había poco más de 4000 guerreros armados hasta los teepees dirigidos por Toro Sentado y Caballo Loco.
En un abrir y cerrar de ojos, los guerreros vencieron a las filas de Custer a punta de disparos de balas y flechas. Se dice que las pieles rojas acorralaron a los soldados norteamericanos. Imaginen la escena; guerreros sioux disparando flechas desde sus caballos a todo galope a unos agazapados norteamericanos. La ultima defensa del ejercito consistió en una formación de circulo disparando a los indios que corrían montados en sus caballos a su alrededor.
Al final fue caballo loco quien dio caza a Custer y efectivamente, corto su larga cabellera como si de un trofeo se tratase.
Toro Sentado contaría mas tarde que Custer murió con una sonrisa en su rostro. Antes que Caballo Loco cortara la cabellera del moribundo general, éste disparó la última bala de su revolver matando a un guerrero sioux.
La muerte de Toro sentado
Toro Sentado regreso a la reserva de Standing Rock pero no tardo en mostrar su descontento. Los colonos norteamericanos habían encontrado oro en aquellas tierras. La ambición se apodero de los norteamericanos –¿y cuando no? – así que comenzaron a comprar las tierras de los indios a precios muy bajos, con amenazas y artimañas incluidas.
Ante el enojo de Toro Sentado y para evitar un levantamiento debido a la gran influencia del jefe. Las autoridades locales propiciaron la salida del jefe para participar en el espectáculo de Bufalo Bill con el que recorrió el país.

Pero en 1889 El Gran Jefe regreso a la reserva y se encontró con que un profeta llamado Wovoka incitaba los ánimos de los sioux. El profeta afirmaba haber visto a Jesús Cristo personalmente. Afirmaba además que Jesús le había dicho que para obtener su ayuda y lograr que los sioux muertos resucitasen solo bastaría con que todos bailaran la “Danza de los Espíritus”.
Toro Sentado se oponía a tal revelación, el no creía en la resurrección de los muertos y tampoco quería un levantamiento. Ya estaba cansado de tantas guerras supongo.
Las autoridades de la reserva nada tontas, conociendo el prestigio del Gran Jefe decidieron evitar una posible insurrección.
Entonces, la mañana del 15 de diciembre de 1890, un grupo de 40 policías indios se dirigió a casa de Toro Sentado con la intención de arrestarlo. Lo sacaron de su vivienda a empujones y desnudo.
El gran jefe se mostró sereno y dispuesto a seguirlos, pero les pidió que lo dejaran llevar consigo unos utensilios. Los agentes indios accedieron y Toro Sentado comenzó a recoger sus cosas con suma lentitud, la suficiente como para que un gran número de pobladores comenzaran a rodear a los policías y ver que sucedía.
Al darse cuenta que los pobladores habían rodeado a los policías Toro Sentado se envalentono y grito en lengua soiux:
- Yo no ir con ustedes. Hacer conmigo lo que quieran. No ir. ¡Vamos! ¡Vamos! ¿qué esperar? Adelante
En ese momento, otro jefe de la reserva llamado “Cazador de Osos” disparó su rifle contra el jefe del policía llamado “Cabeza de Torio”
Mientras Cabeza de Toro caía del caballo, disparó contra Toro Sentado hiriéndolo en el costado izquierdo.
A continuación que se arma la gorda, se desató un combate entre los pobladores y la policía a balazo limpio.
El resultado fue, la trágica muerte del Gran Jefe Toro Sentado y trece muertos más
Y así termina la historia de este icónico personaje al cual muchos de nosotros vimos en la TV en sus interminables aventuras con el “Llanero Solitario” y su caballo “Plata”